Nada sabotea la productividad como los malos hábitos. Van adentrándose poco a poco en tu vida de manera que ni siquiera te das cuenta del daño que hacen.
Las malas costumbres te ralentizan, disminuyen tu precisión, hacen que seas menos creativo, minimizan tu rendimiento. Controlar los malos hábitos es crucial, y no solo por el bien de la productividad.
"Con disciplina y autocontrol constantes, se puede desarrollar la grandeza del carácter". - Grenville Kleiser
Hay ciertos hábitos que pueden causar más problemas que otros, y los nueve siguientes son de los peores. Cambiar estos hábitos aumentará tu productividad y te permitirá disfrutar del buen humor que conlleva tener un mayor autocontrol.
1. Navegar por Internet compulsivamente. Se necesitan 15 minutos consecutivos de realizar una tarea para concentrarse plenamente en ella. Una vez pasado ese periodo, se entra en un estado de euforia de productividad llamado "dinámica". Cuando desconectas del trabajo para mirar las noticias, Facebook, el resultado de un partido o cualquier otra cosa, te sales de la dinámica de trabajo.
Lo que significa que tienes que pasar por otros 15 minutos de concentración continua para volver a entrar en ella. Si desconectas de esta forma demasiadas veces, podrás pasarte la jornada entera sin lograr esa dinámica.
2. Ser perfeccionista. La mayoría de los escritores pasan horas y horas pensando en personajes y tramas, e incluso escriben páginas que saben que nunca incluirán en su libro. Lo hacen porque saben que las ideas necesitan un tiempo para desarrollarse. Tendemos a quedarnos parados en el momento inicial porque sabemos que nuestras ideas no son perfectas y que lo que producimos posiblemente no sea bueno.
Pero ¿cómo vas a poder producir algo bueno si no empiezas o si no les das a tus ideas tiempo para evolucionar? La autora Jodi Picoult resume de una manera perfecta la importancia de evitar el perfeccionismo: "Se puede modificar una mala página, pero no se puede modificar una página en blanco".
3. Las reuniones. No hay nada que devore el tiempo como una reunión. Las personas más productivas evitan las reuniones todo lo humanamente posible. Saben que una reunión se alargará si lo permiten, así que cuando tienen que asistir a una reunión informan a todo el mundo de que van a intentar no salirse del horario planeado. Así establecen un límite que motiva a todo el mundo a concentrarse más y a ser más eficiente.
4. Responder a los e-mails según van llegando. Las personas productivas no permiten que el correo electrónico les interrumpa constantemente. Además de mirar el correo dentro de un horario determinado, lo configuran para dar prioridad a los mensajes según el remitente.
Activan las notificaciones para los mensajes de los proveedores más importantes y de los mejores clientes, y dejan los demás para cuando tengan un momento de descanso en el trabajo. Hay gente que incluso crea una respuesta automática para que los remitentes sepan que más adelante volverán a mirar el correo electrónico y a contestar.
5. Posponer la alarma. Cuando duermes, el cerebro pasa por una elaborada serie de ciclos, y el último es el que te prepara para estar alerta a la hora de despertarte. Por eso, a veces nos despertamos justo antes de que suene el despertador: el cerebro sabe que es hora de levantarse y está listo para hacerlo.
Al posponer la alarma y volver a dormir, pierdes ese nivel de alerta y te despiertas más tarde, cansado y grogui. Y lo peor de todo es que puedes tardar horas en espabilarte. Así que no importa lo cansado que pienses que estás cuando suene el despertador: oblígate a salir de la cama si quieres que tu mañana sea productiva.
6. Hacer varias cosas a la vez. Ser multitarea es de todo menos productivo. Una investigación realizada por la Universidad de Stanford confirma que hacer varias cosas a la vez es menos productivo que centrarse en una sola tarea. Los investigadores se dieron cuenta de que la gente que normalmente está expuesta a varias corrientes de información electrónica no es capaz de prestar atención, retener información o cambiar de una tarea a otra tan bien como los que se centran en hacer una sola tarea. Cuando se intenta hacer dos cosas a la vez, el cerebro pierde la capacidad de realizar bien ambas misiones.
¿Y qué pasa con la gente que tiene un don para la multitarea? Los autores de la investigación de Stanford compararon varios grupos de personas, divididos según su tendencia a hacer varias tareas a la vez y según su creencia de que esto mejoraba el rendimiento. Llegaron a la conclusión de que los que funcionaban en modo multitarea y creían que por eso su rendimiento era más alto eran en realidad más ineficientes que aquellos que preferían hacer las cosas de una en una. Los multitarea presentaban un rendimiento más bajo porque tenían más problemas para organizar los pensamientos y filtrar la información irrelevante, y eran más lentos a la hora de cambiar de una tarea a otra.
7. Posponer lo más difícil. Tenemos una cantidad limitada de energía mental y, si acabamos con ella, la capacidad de toma de decisiones y la productividad disminuyen con rapidez. Es lo que se llama "fatiga de decisión". Cuando pospones las tareas más difíciles porque resultan intimidantes, lo que estás haciendo es reservarlas para cuando estás en las últimas. Para evitar la fatiga de decisión tienes que acatar las tareas más difíciles por la mañana, cuando estás más despejado.
8. Utilizar el móvil, la tablet o el ordenador en la cama. Este punto es muy importante y hay mucha gente que no se da cuenta de lo que afecta al sueño y a la productividad. La luz azul de longitud de onda corta desempeña un papel importante en el estado de ánimo, el nivel de energía y la calidad del sueño.
Por la mañana, la luz del sol contiene una alta concentración de este tipo de luz azul; al exponernos directamente a ella, esta luz azul detiene la producción de melatonina, la hormona que induce al sueño, y nos hace estar más alerta. Por la tarde, los rayos de sol pierden esta luz azul y, por eso, el cuerpo empieza a producir melatonina y empezamos a sentir ganas de dormir.
A última hora de la tarde, el cerebro no espera volver a recibir luz azul y es muy sensible a ella. La mayoría de nuestros pasatiempos favoritos para este periodo del día -los ordenadores portátiles, la televisión o los móviles- emiten luz azul de longitud de onda corta y, en el caso de los portátiles, las tablets y los móviles, lo hacen directamente en la cara. La exposición a este tipo de luz afecta a la producción de melatonina e interfiere con la capacidad para quedarse dormido así como con la calidad del sueño.
Como todos sabemos por experiencia, dormir poco o mal tiene consecuencias desastrosas sobre la productividad. Lo mejor que se puede hacer es evitar utilizar estos dispositivos después de cenar (con la televisión no hay ningún problema siempre que esté colocada a una distancia prudencial de los espectadores).
9. Tomar demasiado azúcar. La glucosa funciona como un acelerador del cerebro. La glucosa es necesaria para concentrarse al realizar tareas difíciles. Si los niveles de glucosa son insuficientes, nos sentimos cansados y lentos y nos cuesta concentrarnos; si los niveles de glucosa son excesivos, nos sentimos nerviosos, agitados e incapaces de concentrarnos. Según un estudio, la cantidad de glucosa ideal son 25 gramos.
Esos 25 gramos de glucosa pueden ingerirse de muchas formas, y el resultado será el mismo (al menos al principio). La diferencia reside en cuánto dura la productividad. Consumir un bollo, un refresco o cualquier otro producto que contenga azúcar refinado conlleva un chute de energía que tendrá efecto durante unos 20 minutos; mientras que la avena, el arroz integral y otros alimentos que contengan carbohidratos complejos liberan la energía más lentamente, lo que nos permite mantener la concentración durante más tiempo.
En resumen:
Aunque algunos de estos hábitos puedan parecer nimiedades, todo cuenta. La mayoría responden a la decisión personal de decantarse por los placeres inmediatos o por los duraderos. Después de todo, el peor hábito es dejar de tener en cuenta lo que es más importante para ti.