
1. Es amable sin ser débil. Una de las cosas que más le cuesta dominar a un jefe es la amabilidad. Es una especie de malabarismo y la clave para encontrar el equilibrio es reconocer que la amabilidad es fuerte por naturaleza: es directa y sincera. Decirles a los trabajadores una verdad dura pero necesaria es mucho más amable que protegerlos (a ellos o a ti mismo) de una conversación difícil.
El pesimista se echa las manos a la cabeza y se queja del viento; el optimista se recuesta y dice que las cosas mejorarán, y el jefe dice: "¡Podemos con esto!" y ajusta las velas y consigue que el barco siga avanzando. La mezcla adecuada de positividad y realismo es la que hace que las cosas avancen.
"Un buen líder es aquel que se lleva un poco más de culpa y un poco menos de mérito de lo que le corresponde". - John Maxwell